domingo, 26 de marzo de 2017

Acciones contra la corrupción

Hace algunos meses nos referíamos a la necesidad inaplazable de establecer Códigos de Conducta en las empresas públicas y privadas de Colombia.

Conocidos los detalles del caso Odebrecht a través de los medios de comunicación y las declaraciones de diversos implicados y testigos, se reitera la urgencia de fijar estos protocolos, pues todo lo divulgado nos reitera que en este país perdimos el norte y no sabemos cómo comportarnos frente al manejo de los bienes públicos.

Candidatos y allegados buscando financiación de sus campañas con empresas privadas extranjeras, dizque sin saber quién paga ni sus pasajes en primera clase ni la estadía en hoteles de varias estrellas y sin enterarse quienes son sus aportantes. Esas empresas, siguiendo el ejemplo de sus socios nacionales, buscando acercamiento con el gobierno de turno mediante la financiación de sus campañas o sobornando a todo aquel que se les atraviese para garantizar el florecimiento de sus negocios durante su mandato, en lugar de ejercer el mecenazgo y financiar proyectos comunitarios o de ciencia, tecnología, educación, cultura, o los museos de memoria, por ejemplo, con escasa financiación estatal y esos si que trascienden los gobiernos.

Funcionarios públicos que en reuniones privadas en sus oficinas, en sus apartamentos, en eventos sociales, dan información sobre licitaciones y negocios en curso a virtuales oferentes o contratistas privilegiados, y congresistas e intermediarios gestionando negocios de particulares ante las entidades del Estado, como si aquellos no fueran elegidos para legislar en favor de todo los ciudadanos y para hacer primar el interés general sobre el particular.

Servidores públicos que no saben qué hacer con regalos y atenciones provenientes de partes interesadas en los negocios públicos que gestionan, muy respetuosos con el oferente de la dádiva y sin rechazarlos de manera contundente “pues de pronto se delican”, y sin tener claridad y conciencia, como es su obligación por el cargo que ocupan,  que estas son calificadas globalmente como prácticas de corrupción,  y como si los colombianos no hubiéramos tenido suficiente con el anillo que la “Monita Retrechera” le obsequiara a la señora “Jacquin” y la cartera y botines que Giorgio Sale les regalara al entonces magistrado José Alfredo Escobar y a su esposa.   

Las leyes existen, las prohibiciones están, pero todos se hacen los de la vista gorda para violarlas, pues en su arribismo, solo importan la fortuna y el éxito.

Con el mundo al revés frente a nuestras narices, se hace menester que en la sociedad hagamos conciencia de la ilicitud de estas prácticas y las condenemos; y que las entidades estatales fijen los Códigos de Conducta que prohíban de manera clara e irrefutable, al menos estas 4:

  • Política de atenciones y regalos: los servidores públicos no pueden recibir regalos, ni atenciones de ninguna naturaleza y así se lo debe tener claro la ciudadanía. Si se presenta el caso, las atenciones y regalos se deben rechazar de manera contundente y sin rodeos. Si por alguna razón fuera imposible negarse a recibir el regalo, debe existir un protocolo para revelar la situación y entregar el regalo a quien la entidad determine en sus reglamentos.

  • Prohibición para los servidores públicos, cualquiera sea su cargo (incluido Director/Gerente/Presidente) de hablar o dar información sobre licitaciones o negocios en curso en reuniones privadas con particulares interesados. De estos negocios solo debe hablar el funcionario competente, en los espacios y canales establecidos para ello (preferible en audiencias públicas) en igualdad de condiciones para todos los interesados, participantes, oferentes, o contratistas.

  • Las entidades estatales y las sociedades en las cuales el Estado tenga participación deben reglamentar espacios para que los particulares les ofrezcan bienes y servicios, indicando oficinas y horarios de atención, y en las audiencias o reuniones tener control de asistentes y actas de registro de lo ocurrido.

  • Y lo más urgente, que los servidores públicos, cualquiera sea su cargo (incluido Director/Gerente/Presidente) tengan claro que a los congresistas les está prohibido gestionar ante las entidades estatales y las sociedades en las cuales el Estado tenga participación, negocios de particulares. Es decir, les está prohibido presentar hojas de vida o recomendaciones de eventuales proponentes o contratistas para prestar servicios u ofrecer sus bienes a la respectiva entidad.

Si los colombianos no exigimos y no presionamos como sociedad para que todos observemos estas reglas mínimas para el manejo de los bienes públicos, somos definitivamente un país inviable.



Margarita Obregón


lunes, 13 de febrero de 2017

Porqué las empresas deben tener un programa de cumplimiento

El mundo empresarial del siglo XXI llegó con los conceptos de gestión integral,  gestión por procesos, gestión sostenible, gestión consciente, gobierno corporativo, responsabilidad social, grupos de interés, comunicaciones estratégicas, transparencia, ética y cumplimiento.

Si se quiere competir en los mercados de este mundo globalizado será indispensable ponerse a tono y al día en estos conceptos. Ya desde 1980 con el fortalecimiento de la teoría de los grupos de interés, 1987  con el Informe Brundtland que contenía el concepto de desarrollo sostenible, y con el desarrollo del Gobierno Corporativo desde 1994 con Garicano, el mundo empresarial cambió para no volver atrás.

Ya no son solo los negocios, ni los intereses de los accionistas el objetivo de las empresas si no el bienestar de todos los grupos de personas que conforman su entorno; no basta la idea mercantilista de poder operar y lograr los objetivos de negocio sino que las relaciones de mutuo beneficio, la corresponsabilidad en el desarrollo y entornos viables, serán la única posibilidad de tener empresas viables y prósperas. 

Empresas queridas por sus grupos de interés, a las que todos apoyan y trabajan coordinadamente por sus objetivos porque saben que el bienestar de uno redundará en el bienestar de todos. Un mundo empresarial donde ya no se trata de ellos y nosotros, porque en adelante se hablará siempre de nosotros. Las empresas y sus vecinos, deben hablar en primera persona plural. Es la única posibilidad de supervivencia y de hacer realidad el concepto de desarrollo sostenible (aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones).


Para que estas relaciones sean posibles, son indispensables las reglas de juego que deben respetar las empresas frente a sus grupos de interés contempladas en el gobierno corporativo. 

Y la más fundamental de todas estas reglas es la transparencia de todas las operaciones, negocios, procesos, acciones y tareas de la empresa. Pero esta es solo el primer elemento de lo que debe ser la ética empresarial exigida por todos los interesados.  

Para desarrollar un ambiente ético en las empresas que funcione y genere confianza entre todas las partes, se requiere contar con un programa de ética y cumplimiento estructurado que responda a las exigencias de los mercados y a las expectativas de los grupos de interés.




Margarita Obregón






viernes, 27 de enero de 2017

El largo camino de la lucha contra la corrupción


Por estos días es frecuente oír que el problema en Colombia no son los grupos armados si no la corrupción, y no les falta razón a quienes lo dicen. Si bien las voces de protesta por este flagelo son miles (hasta los mismos corruptos protestan), las medidas para combatirlas no son eficaces y cada día el fenómeno corroe más nuestra sociedad.

Y esto sucede porque al igual que la violencia o las drogas ilícitas, se combaten sobre todo con medidas represivas. No se estudian los problemas, no se atacan las causas, si no que ingenuamente creemos que reformando las leyes de contratación, creando más inhabilidades, más trámites, engrosando las plantas de personal de las “ías”, aumentando las penas y construyendo más cárceles, lo vamos a solucionar. 

Y está probado que estas medidas represivas más que acabar con la corrupción afectan de manera negativa al ciudadano común y por el contrario los corruptos hacen fiestas porque cada trámite se convierte en un peaje a su favor y a cada norma, ellos sí, le encuentran su atajo.

Para acabar con la corrupción en una sociedad, se requiere que los Estados no solo repriman si no que erradiquen sus causas y para ello se requiere el compromiso de todos los actores de la sociedad empezando por las empresas y las familias, sus células básicas.

En las empresas, es común encontrar hoy programas de Ética y Cumplimiento cuyo objetivo es el cumplimiento legal y desarrollar una cultura fundamentada en la integridad. Su enfoque está en contar con sistemas que controlen los riesgos de fraude y corrupción de manera prioritaria y promover una cultura basada en valores más exigentes que los que establece la ley, sin dejar de lado la detección y el castigo a los infractores.

Se puede decir sin duda que en la actualidad existen buenos de sistemas de control para las empresas, las firmas de auditoría son expertas en su implementación y sus beneficios son palpables pues los grandes casos de corrupción en el mundo han sido detectados gracias a que estos sistemas evidenciaron fallas y dieron pistas para las investigaciones que culminaron enviando a prisión a los culpables. Los controles son fundamentales para administrar empresas y esenciales para persuadir al corrupto. Pero el problema no es ese, muchos ya han hecho la tarea y los que no, pueden hacerlo cuando quieran.

El gran reto para las empresas y para la sociedad es la cultura. Para aquellas se trata no solo de unificar prácticas y valores a través de Códigos de Ética o de Conducta que identifiquen a los miembros de su organización si no que sus líderes sean los primeros en vivir esos valores.

Porque ¿qué gana una empresa con prohibir a sus empleados el recibo de regalos provenientes de proveedores, contratistas o clientes, si sus líderes llevan una activa vida social recibiendo y exigiendo atenciones y agasajos en medio de decisiones de negocios vitales para la compañía y que interesan al oferente?

¿Qué ganan las empresas con conmovedores discursos acerca del respeto si sus líderes humillan a sus subalternos, no consideran su tiempo libre, usan palabras despectivas hacia ellos o simplemente los ignoran hasta en el saludo?

O ¿qué se ganan hablando de humildad en los “modelos de cultura” cuando en las mesas de los Consejos Directivos solo se ven y hablan de Montblanc, ropa de marca, viajes en primera clase y carros de alta gama?

Y ni que hablar del Estado, donde los congresistas son adalides de la moral y de las buenas costumbres cuando salen por TV, pero muchos acuden a las empresas públicas y privadas con sus recomendados por puestos de trabajo, o contratos bajo la amenaza de un debate en el Congreso. Sí, horror de horrores.

Esta doble moral solo genera más corrupción.

Este flagelo solo se acabará cuando, en las empresas y en la sociedad, valoremos a los seres humanos por lo que tienen en la cabeza y en el corazón y no en sus bolsillos; cuando no esté de moda tener camionetas 4X4 si no andar a pie o en un buen transporte público; cuando prefiramos ir a las librerías y a los museos que a los centros comerciales; cuando no soñemos con ganarnos la Baloto para vivir en un vecindario “in” si no cuando trabajemos por el nuestro y lo disfrutemos cualquiera que sea; cuando nos emocione más el humanismo que el consumismo. Acabaremos con la corrupción cuando la presión social y el desprecio por ese modus vivendi arribista sea tal que aísle y avergüence al que se volvió corrupto para tenerlo todo y más.

Este cambio si es posible, pero llevará su tiempo y no lo emprenderán los políticos del corto plazo. Requiere de acciones individuales y colectivas en las que cada uno de nosotros tiene su tarea.

No reneguemos más, no nos señalemos más los unos a los otros, no saquemos más disculpas y empecemos desde ya la lucha contra la corrupción.







Margarita Obregón




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